Son las doce horas, un minuto y quince segundos.
Son
sus dedos acariciando la pulsera del reloj que le regaló en su primer
aniversario.
Son los sueños que se desvanecieron en los ángulos perennes que formaron sus manecillas
de metal.
Son
los recuerdos heridos por los fragmentos de cristal de su esfera, rota en el
impacto.
Son
todos los latidos silenciados en esa hora maldita en que sus engranajes dejaron
de girar.
Son
las lágrimas de dolor por una promesa grabada en el acero de su reverso, que ya nunca
será cumplida.
Son unas palabras perfectamente aliñadas para que el lector saboree el dolor y la tristeza que la condimentan. Y ese banco frente al agua el único sitio para ese momento, esa hora en concreto. La del recuerdo. Precioso.
ResponderEliminarSon sus dedos acariciando ...
ResponderEliminarSon los sueños que se desvanecieron ...
Son los recuerdos heridos ...
Son todos los latidos silenciados ...
Son las lágrimas de dolor ...
Es una bella y dura historia de un tiempo que acaba y otro que empieza ...
Es un cierre íntimo que acompañado del elemento reloj da un aire psicomágico al micro.
Un beso.
Buen intento. Un texto que juega con la lírica, tomando la estructura del verso, para hablar de un amor roto, tan solo perenne en el metal.
ResponderEliminarNo deberíamos hacer promesas que, por circunstancias propias o ajenas, no pudiéramos cumplir.
Las bellas y sentidas palabras, sumadas a la gran imagen que encontraste para ilustrarla, hacen un cuadro de dulce desgarro.
ResponderEliminarBravo, Pedro
Sí, muy buen intento. Me gusta esta radigrafia de la pérdida. Un texto hermoso.
ResponderEliminarBesitos
Hermoso texto Pedro. Duele.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Dolorosamente bello.
ResponderEliminar“Siempre” encierra una promesa que “nunca” podrá ser cumplida. Y sin embargo nos dejamos endulzar por su halo, en su propuesta de permanencia.
Duele darme cuenta de mi realidad perecedera. Y a su vez es un motor que me impele a buscar para saber quien soy, para vivirlo.
Alegría y dolor, por extremos no se tocan, y tampoco se separan.
Un beso de esperanza.
aupa peter
ResponderEliminartriste pero bonito. el de la guadaña siempre ronda cerca aunque nosotros estemos en nuestros quehaceres cotidianos y cuando pasa cerca siempre deja un sentimiento de tristeza y una autoreflexión: cúal de esos quehaceres son realmente importantes y cuales no
un abrazo hobbit para siempre (sin accidente,jeje)
¡Cuánto trabajo de joyeros y orfebres en vano!, ellos que creían que su creación era eterna.
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