La ludopatía le había llevado a perder, en pocos
años, todo lo que había de valor en su vida. En lugar de familia conservaba avalistas,
en lugar de amigos, acreedores. El despido, el embargo de la casa y el divorcio,
acabaron por hundirle, pero no tocó fondo hasta verse entre rejas debido a su coqueteo
con hurtos y estafas.
Acababa de releer la carta de su hija en la que, a cambio de un compromiso firme de rehabilitación, abría
una puerta al reencuentro. Tuvo la certeza de que le estaba tendiendo el último
salvavidas del que dispondría jamás. Una burbuja
de sentimientos olvidados estalló en su interior, amalgama de agradecimiento, vergüenza, cariño,
menosprecio, arrepentimiento… y miedo. Miedo a no ser capaz, a defraudarla, a hacerle daño de nuevo. Nunca se lo perdonaría.
Respiró hondo. Tensó el gatillo. Ganó.
¿Acaso existe la suerte?
ResponderEliminar¿Casualidad, causalidad o probabilidad?
Y aun con todo esto.....
¿No se pierde algo cuando se gana y viceversa?
Haces reflexionar, gracias de nuevo.
Final abierto donde los halla... nunca sabremos lo que ganó pero estoy segura de que le compensó la ganancia
ResponderEliminarUn abrazo
Quizás todas las decisiones sean igual de válidas, cada una nos llevará por caminos diferentes hacia un mismo objetivo: aprender, crecer,evolucionar. La cuestión es que hay caminos que duelen y otros que duelen mucho. Somos libres de escoger el nuestro y asumir la responsabilidad o descargamos de ella en manos del azar, el destino, el Gobierno o los padres que no nos quisieron lo suficiente.
ResponderEliminarSupongo que tienes razón, Duditativo, cuando se gana se pierde algo, todas las demás infinitas posibilidades. Un abrazo.
Cualquiera que fuese el desenlace, Anita, el premio es el mismo, dejó el juego. Me encantan los finales abiertos. Un abrazo.
ResponderEliminarSinceramente me he quedado sin palabras,estoy deacuerdo que para ganar siempre hay que perder algo,mas grande o mas pequeño siempre se pierde.
ResponderEliminary yo me inclino a pensar que el final es que salio de esa enfermedad que tanto hace sufrir a los que le rodean
Un abrazo Lauri.
Leo con desasosiego cada línea, anticipando un desafortunado desenlace. Y en el último momento, ufff... el alivio me recorre todo el cuerpo.
ResponderEliminar"Ganar", palabra sencilla que me genera tremendas sensaciones de alivio frente al dolor.
Lo terrible es que a veces la ganancia aparece travestida de pérdida y no la logro apreciar. Quizá en verlo consista la suerte.
Tu relato, querido Pedro, un disparo certero.
No sólo a los que le rodean, Lauri, también a sí mismos se hacen sufrir.
ResponderEliminarEsther: Me encanta tu comentario. Muy inspirado. Gracias por compartirlo aquí.
Besos a las dos.
Contundente y sobrio.
ResponderEliminarCuando de niña me enteré que existía el juego de la ruleta rusa, me impactó. Durante algún tiempo a las noches, cerraba los ojos y me imaginaba jugando, iba paso a paso y cuando era el momento de ponerme la pistola en la sien, abría los ojos asustada, ¿cómo podían dejarse llevar así por la suerte?,¿no les daba miedo morirse?. También pensaba que para jugar a la ruleta rusa, tenías que estar segura de ser una Sortuda (que era lo más).
En tu relato veo respuesta a estas preguntas, cuando el miedo y la desesperación es igual para vivir que para morir, dejárselo a la suerte solo es una opción más.
Crudo relato de gran calibre.
Gracias
LLego aquí rebotando y vaya relato me encuentro, qué final!!
ResponderEliminarAbrazos
CRISTINA, necesito que sepas que con tus comentarios te has convertido en imprescindible en este blog. Imprescindible para mi. Muy acertada tu conclusión final, la desesperación nos puede llevar a tomar decisiones... desesperadas. Gracias a ti.
ResponderEliminarSU, me alegro de que te hayas pasado, aunque sea de rebote, y que haya merecido la pena. Un abrazo.
Es verdad, la familia es para avalar. "Amigos-acreedores", perspicaz.
ResponderEliminarEntre rejas... entonces es... ¡culpable!.
"Propósito firme de rehabilitación", me tiemblan las carnes.
El texto... aséptico.
Buscaré qué significa Alea Jacta est.
El final... es bueno. Sí.
"Alea jacta est" significa, como ya habrás averiguado, "la suerte está echada". Me alivia saber que rescatas algo positivo de este texto. En cuanto a lo de aséptico..., intuyo lo que quieres decir y trataré de remediarlo en posteriores escritos. De momento, como aprendiz que soy, sigo experimentando a base de prueba y error. Confío en dar con un estilo en el que me sienta cómodo. Gracias por tus comentarios a contracorriente, Anahí. Un beso.
ResponderEliminarMuy buen texto, bien escrito, prosa ligera y que lleva al lector justo donde quieres que esté, en el brete de ser él mismo el que decida ¿qué final le damos? ¿la suerte le da la "señal" y la portunidad? es decir, no hay bala en la recámara y él se da cuenta que sí va a ser capaz de llevar a cabo su compromiso y recuperar todo lo perdido o...por otro lado, nos quedamos con esa desesperación donde termina con todo. Elección del lector. Muy acertado. Abrazos.
ResponderEliminarEstoy impresionado, Maite. Has desvelado a la perfección el sentido que le he querido dar a esta historia. Agradezco tu valoración sobre el texto aunque soy muy consciente de que, como menciono en el comentario anterior, tengo mucho que aprender, ...y tus micros son una buena fuente para ello. Gracias y un abrazo.
ResponderEliminarQuien gano? El azar o el miedo? Para mi, mismo de lo mismo. Su hija es la que perdio o no gano...
ResponderEliminarGenial socio, como siempre
Bien lo sabes tú ¿verdad, socia?
ResponderEliminarGracias por pasarte y dejar tu comentario.
Ja, ja, Pedro. Tú también te quedas impresionado con los comentarios de Maite.
ResponderEliminarBuen micro y muy buen final. Yo lo interpreté como que el tipo recuerda todo antes de disparar la pistola con la que está jugando a la ruleta rusa. Gana, ¿Por qué? Eso vuelve a abrir el campo de interpretación. ¿Hay bala y así termina su miserable vida? ¿No hay bala y gana entonces una fuerte suma de dinero?
Un abrazo.
Intuyo, Torcuato, que a ti también te pasa. Maite es como una amazona siempre certera con sus comentario-flechas.
ResponderEliminarEn cuanto al protagonista de la historia, la desesperación y la culpabilidad le lleva al suicidio pero quiere dejar una puerta abierta. Que sea la suerte una vez más la que decida. Si hay bala, se acabó el sufrimiento. Si no hay bala, sería la señal de que el azar, la suerte o el destino quiere darle la oportunidad de la rehabilitación y el amor de su hija. Apretado el gatillo, la suerte está echada.
Encantado de que te guste. Un abrazo.