Su vida cambió de forma drástica desde aquella tarde de tormenta.
No sólo se trataba de haber recuperado la pasión por la lectura,
reavivado algunas relaciones de amistad descuidadas o experimentado, por vez
primera, el placer de pasear por el frondoso parque que solía ver desde su
ventana. El cambio más significativo que se produjo en Marta, radicaba en una
sorprendente y novedosa visión del mundo. Había dejado de resultarle un lugar
amenazante. Se sentía mucho más relajada desde que un rayo alcanzó la
antena de su tejado. Desde que perdió, definitivamente, la señal de televisión.
Hay que perder la señal más a menudo, para ver el mundo con otros ojos.
ResponderEliminarUn rayo muy certero.
Besos desde el aire
Qué suerte... es tan difícil que un rayo caiga en el lugar exacto para provocar tanta felicidad!!!
ResponderEliminarUn abrazo
Algo parecido me ocurre cuando, inesperadamente, no me funciona internet :)
ResponderEliminarUn saludo.
Sara Lew
http://microrelatosilustrados.blogspot.com/
Ese rayo es benéfico para traerle otra visión de la vida.
ResponderEliminarAgudo este micro.
Besitos
FABULOSO!!!!
ResponderEliminarDebiera haber un gran rayo gigantesco (sólo contra antenas) que las acabara a todas.
Gran micro, Pedro.
Abrazos
Me encantan este tipo de microrrelatos, Pedro.
ResponderEliminarNo importa mucho que con el rayo ser perdiera la señal de televisión, para lo que hay...
Besos.
La vida resumida en un rayo: el antes y el después. Bendito rayo.
ResponderEliminarBlogsaludos
¡Cuánto daño hace la caja tonta! Las tormentas y los rayos no son siempre malos.
ResponderEliminarAbrazos de libro.
Y si miraba la 2 o algo por el estilo? , qué? Ese rayo tiene que ser selectivo en cuanto a canal y programación. (Puestos a pedir).
ResponderEliminar¡Que rayos!, ¿Para que esperar a que nos parta la conexión un rayo?, la tv tiene su parte positiva, como muchas otras cosas, lo peligroso es sentarse como un parásito frente a ella, tragandose de todo.
ResponderEliminarPero en el caso de Marta, como se suele decir, "no hay mal que por bien no venga".
Ya ves Pedro a veces no hay que seguir las señales, hay que perderla jejeje
Abrazos
Pues a mí me pasó eso: no con un rayo sino con un cortocircuito. Se reventó la tele y comencé a vivir. Fue providencial.
ResponderEliminarAbrazos simultáneos,
PABLO GONZ
Mis felicitaciones a Marta por su recién despertar y a tí, querido Pedro, por tu ingenio siempre tan despierto.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Rosa, Ana, Sara, Elysa, Patricia, Carla, Serafín, Lola, Montse, Cristina, Pablo y Esther: Aunque no haya dado SEÑALES de vida hasta ahora, no quiero dejar de agradeceros vuestra visita y la huella de vuestros comentarios. La escasez de tiempo, a veces, me impide corresponderos como merecéis. Gracias a tod@s por vuestra contribución. Aquí os dejo una constelación de abrazos a repartir.
ResponderEliminarAupa Peter
ResponderEliminarmuy agudo este micro. leyendo los comentarios veo que hay muchos que estamos de acuerdo ideologicamnete en eso de no ver TV y me gustaria ir un paso mas alla.
con tu permiso, me gustaria proponer lo siguiente:
tener la TV apagada durante la semana del 8 al 14, ambos inclusive. (que no cunda el pánico,siempre podemos bajar de internet esa serie que nos gusta la semana siguiente).
con este ejemplo, cada uno vamos a poder comprobar si la TV nos domina , o al contario. Además podremos ser Marta durante una semana y disfrutar de todas esas cosas que están ahi, las cuales no vemos debido a la tv.
¿tendremos el control de nuestra vida una semana, o actuaremos con el incosciente hábito adquirido de poner la TV?
saludos a todos
robernetxo
Hola Bobby, qué alegría leerte por aquí. Tu propuesta no sólo me parece genial sino que, como ya sabes, la llevo secundando desde hace ya unos meses. En mi casa no se enciende la televisión más que para ver algún documental bajado de internet o alguna película (últimamente pocas). Disfruto más de conversar con mi mujer y con mis amigos, de leer, de escribir, de atender el blog, etc.
ResponderEliminarGracias por dejar tu huella. Un fuerte abrazo.