martes, 28 de junio de 2011

Finalista del concurso de microrrelatos Club Avia


            Hace un mes descubrí que el Club Avia, del que soy socio, convocaba un concurso de microrrelatos cuyo tema era el viaje por carretera. Envié dos micros a concurso y he tenido la grata sorpresa de ser seleccionado entre los diez finalistas con uno de ellos, titulado "Monotonía". Aunque los finalistas han sido seleccionados por un jurado, son los socios los que escogerán, con sus votos en la web de AVIA, el microrrelato vencedor entre los diez candidatos.

            Es malo pedir, lo sé, pero peor es robar, así que si alguno de vosotros sois socios o conocéis a algún socio del Club Avia, necesito de todo vuestro apoyo. Hay de plazo hasta el 1 de septiembre.

            A continuación os dejo el microrrelato que no me han seleccionado, aunque he de confesar que era mi claro favorito.

            Un abrazo, amigos.



Freelance




            La lluvia precipita sobre los mismos tejados, las aceras están teñidas por la misma luz mortecina de las farolas, el mismo sonido de tráfico y bullicio flota hasta mi habitación. Aún así, todo es distinto. Hace dos días que regresé a la ciudad. En mi retina continúan grabadas las imágenes que capté, a través del objetivo de mi cámara, a lo largo de cientos de kilómetros por carreteras asfaltadas de miseria, esclavitud, violencia, corrupción e infancias rotas. Ya nada es lo que parece. Ni siquiera el reflejo que el cristal de la ventana me devuelve. Ese ya no soy yo. 


viernes, 24 de junio de 2011

OTRAS HISTORIAS: Educar para Ser



            En mi opinión el objetivo de la educación debería ser el de acompañar en el descubrimiento y desarrollo del potencial que cada persona posee. Habría que educar para Ser. No para ser algo concreto, y por lo tanto limitado, sino solamente Ser. Todos nacemos siendo lo que somos, y antes de ser educados, nos sentimos creativos, curiosos y dispuestos a experimentar la vida sin prejuicios ni limitaciones. Varios años después, escolarización mediante,  nos convertimos en esclavos de nuestros roles y del encasillamiento al que somos sometidos para encajar en una media aritmética denominada normalidad. Poco importa cuáles son nuestras inquietudes o nuestras habilidades, lo que importa es pasar la prueba, el examen, el juicio que determina si somos personas de provecho. Terminada la secundaria ya no sabemos ni quiénes somos ni qué queremos, y el mayor de los sueños que albergamos es el de encontrar un buen puesto de trabajo que nos permita seguir perteneciendo a la masa normal de esta sociedad. Nuestro Ser lo hemos perdido por el camino, pero seguimos luchando para no salirnos del marco establecido. Con suerte, al llegar a los treinta o los cuarenta años, la frustración será tan insoportable que entraremos en una crisis personal y trataremos de retomar nuestra vida en el punto en el que nos perdimos. A partir de ahí, quién sabe, quizás conquistemos de nuevo la libertad de, sencillamente, Ser

            Hoy os presento a  Ken Robinson, un educador de origen británico que se ha especializado en la creatividad y el potencial humano. A través de sus palabras descubriremos cuándo, dónde y por qué se creó este sistema educativo que tan obsoleto se ha quedado, tanto en sus objetivos como en la metodología, siendo en la actualidad uno de los mayores lastres que existen para que prospere el cambio profundo que el mundo necesita.

            Feliz fin de semana.




martes, 21 de junio de 2011

IDEAS FUGACES






            Hacía más de cuatro años que Marc Sheldon no había vuelto a alumbrar ni una sola idea original. Cuanto más se esforzaba en escribir un nuevo libro, más ocultas se mantenían las ideas en los pliegues de su cerebro. Llegó el día en que los números rojos de la cuenta corriente le hicieron desistir, y cambió su oficio de novelista por el de agente secreto. Una noche, cuando estaba a punto de quedarse dormido, una idea brillante se le cruzó por la cabeza de manera fugaz. Esperanzado, persiguió su estela mental con suma atención. No estaba dispuesto a dejarla escapar, quería ser testigo de su desarrollo hasta que se convirtiera en un argumento novelable. Después de unos minutos la luz se esfumó, dejándole en una inmensa oscuridad vacía en compañía del eco de una voz femenina. 

            La joven guionista, acabó de verbalizar su nueva gran idea y apagó la grabadora.


Este microrrelato participó en el Vendaval de micros 2011


viernes, 17 de junio de 2011

OTRAS HISTORIAS: Dinero y Conciencia


           
            En esta falsa democracia en la que vivimos, algunos siguen creyendo que nuestro verdadero poder para cambiar las cosas radica en la oportunidad de depositar cada cuatro años un voto en la urna. Lo que en realidad estamos haciendo con este gesto tan "democrático" es ceder nuestro poder a una clase política que, pasadas las elecciones, tiende a olvidarse de las demandas de los ciudadanos para hacer y deshacer a su antojo, favoreciendo, la mayoría de las veces, a los intereses de los tan nombrados e intangibles mercados. Es decir, creyendo que contribuimos a cambiar el sistema, lo que hacemos es reforzar uno de sus pilares fundamentales.

           Todo poder, como diría Spiderman, conlleva cierta responsabilidad, y dado que los que lo detentan, para gestionar nuestros recursos naturales, sociales y económicos, no se comportan responsablemente, tenemos que encontrar el modo de recuperar ese poder que, supuestamente, reside en el pueblo. Para empezar tenemos que ser ciudadanos responsables. Asumir la responsabilidad es responder por aquello de lo que uno se hace cargo. Muchos lo verán como una pesada carga que no están dispuestos a soportar, ya que es mucho más fácil delegar en el político de turno y luego quejarse de lo mal que va todo. Cuando nos convertimos en ciudadanos responsables dejamos de depender de las decisiones que tomen otros para participar de forma activa en el cambio que deseamos en nuestra sociedad. Uno de los campos donde más capacidad tenemos para cambiar las cosas es el de nuestros hábitos de consumo. El otro, como veréis a continuación, es el financiero. ¿Nos hemos parado a pensar en manos de quién estamos depositando nuestro dinero? ¿Sabemos en qué se invierten nuestros pequeños ahorros? ¿Cuál es el verdadero precio que pagamos por un punto más de rentabilidad?

            Hoy os presento a JoanMelé, subdirector de Triodos Bank en España, que responderá a estas preguntas y nos formulará muchas otras para que reflexionemos profundamente acerca del modo en el que contribuimos inconsciente pero activamente en alimentar el sistema que creemos combatir.

            Feliz fin de semana.





martes, 14 de junio de 2011

CARA Y CRUZ






            El niño mitigaba su aburrimiento lanzando repetidamente al aire una moneda, caída de la cornucopia de Tyké. Empeñado en emular a su hermanastro Apolo, trataba de adivinar, sin mucho éxito, la cara que mostraría aquella pieza de oro en cada tirada. Zeus, malhumorado, interrumpió su juego para advertirle de que en cada lanzamiento, en apariencia inocente, estaba despertando en los mortales una dramática batalla interior entre sus facetas opuestas. La maldad hacía presa en los más virtuosos, el miedo doblegaba el coraje de valientes soldados, los honestos cedían a la corrupción, los pacíficos ardían de ira, y los sumisos esclavos se proclamaban libres espada en mano. El hombre se hallaba a merced de aquellos rasgos propios que ocultaba al mundo. 

             El pequeño Ares guardó la moneda pero retuvo lo acontecido en su memoria hasta que ocupó su legítimo lugar en el Olimpo. Como dios de la guerra, utilizaría su poder para que los mortales, tratando de escapar de la dualidad que les atormentaba, creyeran haber expulsado al enemigo interior fuera de su cuerpo, por el simple hecho de convertir a sus congéneres en el objeto de todos sus odios y sus miedos.  


viernes, 10 de junio de 2011

OTRAS HISTORIAS: Decrecimiento



            ¿Nunca os habéis preguntado por qué puse a este blog el nombre de MICROCUENTOS (y otras historias) si hasta ahora no he publicado nada más que microcuentos? Pues bien, desde el principio tuve en mente aprovechar el espacio virtual que me brinda un blog para compartir algo más que mis inquietudes literarias, pues no son éstas las únicas inquietudes que me habitan. 

            La entrada de hoy inaugura una nueva sección que voy a denominar precisamente “Otras Historias” y cuyo principal cometido es invitar a la reflexión. Mi intención es publicar, cada viernes, una entrada en la que compartiré, con todos vosotros, vídeos, entrevistas, artículos y otros documentos cuya divulgación considero necesaria, especialmente ahora que los vientos de cambio son propicios. No estaré necesariamente de acuerdo con todo lo que publique, pero no publicaré nada que no considere que contribuye al cambio, de un modo u otro, de nosotros como individuos y de nosotros como sociedad.

            Hoy quiero presentaros a Carlos Taibo, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Madrid, al que tuve el gusto de conocer personalmente en la pasada feria europea de productos biológicos BIOTERRA, celebrada en Irún. Se trata del principal divulgador español del movimiento en defensa del decrecimiento económico. La idea del decrecimiento, que ha tenido mucho eco en las asambleas de los acampados en las plazas y calles de todo el país, choca frontalmente con una de las premisas fundamentales del actual sistema capitalista: considerar el crecimiento económico como un objetivo deseable en sí mismo. Carlos Taibo, en esta conferencia que os presento a continuación, desmitifica todas las supuestas bondades que los defensores del crecimiento preconizan para la humanidad y nos expone las consecuencias personales, sociales y medioambientales que ese irracional crecimiento nos reporta.

            Feliz fin de semana. 



miércoles, 8 de junio de 2011

SENTIR EL VACÍO




            La primera vez que fue consciente de aquella incómoda sensación tenía quince años. Convencido de que se trataba de un síntoma carencial se esforzó en erradicarlo de su vida. Veinticinco años después ya no carecía de nada. Tenía un trabajo rutinario, una casa hipotecada, un todoterreno oleófago, una familia de postal, un plan de pensiones, y unos buenos ahorros a los que denominaba, cariñosamente, colchón. Con cuarenta años, la desagradable sensación, lejos de desaparecer, se había hecho cada vez más patente.

            Decidió que era el momento de dar un giro a su vida, de recuperar el tiempo perdido, de afrontar riesgos, de ser un rebelde y revivir la energía de su juventud. Se lió con su secretaria.


lunes, 6 de junio de 2011

INMENSAMENTE RICO


“Pedid y se os dará” (Mateo 7:7)



             

             Todos los ávidos herederos habían abandonado ya la habitación cuando introdujo la mano bajo la almohada para asir, con dificultad, aquella pieza de coleccionista. Con las pocas fuerzas que le quedaban, se la acercó a los labios para susurrar su indignación.

             —¡Maldito embaucador! No me concediste más que un deseo, condenándome a él para siempre, sin posibilidad de enmienda. Yo quería gozar de la vida, sentirme libre, amar y ser amado. Quería encontrar un sentido a levantarme cada amanecer. Que… quería… ssss...

            El anciano relajó sus párpados al tiempo que la dorada lámpara de aceite se le escapaba de los dedos para caer junto a la sien.

            Un eco metálico, apenas audible, surgió de su interior:

            —¿Y por qué no dijiste “inmensamente feliz”?

            Nadie respondió.


jueves, 2 de junio de 2011

"N BSO"






        Como cada mañana, la mujer se despidió de su hijo a la puerta del colegio, con un beso, para irse a limpiar portales. El niño, haciendo una mueca, se frotó la mejilla con el dorso de la mano y se dirigió al encuentro de Hugo, que le estaba observando desde que llegó. Sin decirle ni “hola” le pidió la PSP para jugar una partida antes de entrar en clase. Envidiaba a su amigo Hugo. Sus padres le compraban de todo, vivían en una urbanización superchula con piscina, tenían mucha pasta, y como casi siempre estaban trabajando, no le daban la lata.

Ya en clase, Hugo sintió la vibración de su nuevo Iphone 4. Leyó el sms en el que su madre le avisaba de que tampoco podría ir a recogerle a la salida. Retuvo en su mente las dos últimas palabras del mensaje, y cuando no miraba nadie, haciendo una mueca, se frotó la mejilla con el dorso de la mano.


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