jueves, 4 de octubre de 2012

RADICALES



 


            Teseo, con setenta y cinco kilos de peso, fue el primero de la tarde. Comenzó embistiendo con bravura los cites de capote. El público del Dédalo de Cnosos ovacionó cada lance de Astifinito de Creta, aunque el excesivo celo en el tercio de banderillas deslustró la faena. El diestro apuró la suerte de muleta para culminar con una estocada certera de su asta derecha. El salto al ruedo de un grupo de minotauros, completamente depilados, que protestaban contra la tortura y el maltrato de humanos, debió molestar al presidente que, sin merecerlo, concedió al matador el trofeo máximo: las dos orejas y el rabo.


4 comentarios:

  1. Llego por primera vez hasta tu casa después de haber leído el comentario que le dejaste a Fernando Vicente con el fin de saciar mi curiosidad y no sabes cuánto me alegro.

    Me gusta este micro cimentado en una ironía bien trabajada, una crítica aguda e inteligente. Pero más allá del fondo, disfruto -y mucho- de su calidad literaria, de esa intertextualidad retorcida, y del peso de su parasimbolismo.

    Con tu permiso, me quedo asomado a la ventana y señalaré el camino desde mi rincón para que aquellos amigos que no lo conozcan puedan acercarse.

    Un saludo,

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  2. Muy bien Pedro, buena vuelta de tuerca, otra perspectiva. Quizá así duela un poquito, ¿o no?

    Enhorabuena por tu último premio con Agorafobia.

    Un saludo indio
    Mitakuye oyasin

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  3. Ya te lo he dicho en mi casa y lo repito aquí: me gusta mucho la ironía y el punto de mala leche del texto, que también se tiene que escribir así, coño...

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  4. Hola Pedro, ¡dos orejas y el rabo! para tu micro de hoy.
    Me gusta cómo has reinventado la historia. un beso fuerte.

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