A lo largo de los años me he preguntado en muchas
ocasiones qué es lo que me estaba impidiendo disfrutar de un mayor grado de
satisfacción con mi vida. Porque incluso en esas épocas en las que todo parecía
ir como la seda y gozaba de cierta estabilidad en áreas tan importantes como la
sentimental, la social o la laboral, experimentaba lo que sólo puedo definir
como decepción. La pregunta que acompañaba a este sentimiento solía ser algo
así como “¿esto es todo?”. Durante
mucho tiempo pensé que tenía un problema de insatisfacción crónica porque
cuando observaba a mi alrededor, las apariencias indicaban que, excepto yo, todo
el mundo se sentía a gusto con la persona que era y con la vida que tenía. Y,
efectivamente, yo tenía un problema pero, como he podido comprobar en repetidas
ocasiones, los demás no eran tan felices como aparentaban ser.
Dicen
los expertos que hasta los siete años somos como esponjas absorbiendo todos los
estímulos que nos llegan del exterior. Entre esos estímulos se encuentran las
creencias de nuestros padres o de los cuidadores que sustituyan su función, es
decir, las ideas que esos adultos de referencia tienen acerca de todo lo que
compone el mundo y la vida dentro y fuera de él. Creer es, según la RAE, tener
por cierto algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o
demostrado. Cuando somos niños no hemos desarrollado aún la sana actitud
crítica que nos permita sopesar, analizar, contrastar, meditar o comprobar que
lo que creen nuestros padres sea
verdad para nosotros. Eso no es un problema, es nuestra naturaleza. El problema
surge cuando llegamos a adultos y seguimos dando por ciertas las creencias de otros sin pararnos a
cuestionarlas.
FritzPerls, el creador de la Terapia Gestalt, catalogó esta actitud como uno de los
mecanismos de defensa de nuestra neurosis, la introyección. Estableció un paralelismo entre la absorción de ideas
provenientes del exterior y la digestión. Cuando comemos, introducimos el
alimento en nuestro organismo en pequeñas porciones que podamos masticar para
facilitar su digestión en el estómago y posterior asimilación en los intestinos,
desechando todo aquello que no nos sirve. La introyección es tragarnos las
ideas de otros sin masticarlas, digerirlas, asimilarlas y sin poder desechar lo
inservible. Como resultado de ello, vivimos la vida en un estado de indigestión
permanente, portando una imagen de nosotros mismos y del mundo con la que no
nos sentimos cómodos, preguntándonos quiénes
somos y qué queremos mientras
esperamos que el exterior, los demás, nos respondan.
Una
actitud crítica y responsable, de adulto, nos va a permitir detener ese
mecanismo neurótico que sigue condicionándonos en el presente frente a las verdades de otros y que son el origen de
muchos los miedos que nos impiden ser quienes realmente queremos ser. El siguiente paso
sería revisar todas las creencias que hemos tragado
en el pasado para empezar a desechar el lastre que nos impide volar hacia nuestros
sueños.
En
cierto modo me siento agradecido por la
insatisfacción y el vacío que me han acompañado como una sombra porque, aunque
me ha costado casi cuatro décadas entenderlo, eran dos sentimientos que
trataban de decirme que no me conformara, que otra vida era posible.
Conozco
a personas que se sienten verdaderamente satisfechas con su vida, se les
reconoce porque irradian alegría y vitalidad. Conozco a personas que, como yo,
sienten que falta algo en su vida, que no encajan en el mundo que nos han
contado y buscan respuestas incansablemente. Y por último, conozco a personas que
trabajan con denodado esfuerzo para encajar como sea en la sociedad en la que
viven, tan pendientes de cumplir las expectativas de otros (de padres, jefes,
hijos, amigos, etc.) que no les queda tiempo para dedicarse unos minutos al día
y reflexionar acerca de quién determina el rumbo de su vida. Yo he decidido,
desde hace meses, variar el rumbo de la mía.
¿Será
la crisis de los cuarenta?
Hoy
os presento un documental realizado por Dolors Martorell, Daniel Hernández y Pablo
Usón, titulado “Una realidad paralela”. Conoceréis a cinco personas, como vosotros, como yo, que cuando el sentimiento de insatisfacción y de vacío se les hizo
insoportable, tomaron la decisión de emprender una nueva vida. La causalidad quiso que se encontraran en
el camino para unir sus esfuerzos en un proyecto común. Os animo a que, más
allá de lo que os parezca el trabajo que realizan sus protagonistas, dejéis que
resuenen en vuestro corazón las palabras con las que se expresan y la serenidad
que transmiten. Agradezco a mi amiga Susana Brey, haberme hecho llegar este
inspirador trabajo audiovisual.
Feliz
fin de semana a tod@s.
Hola Pedro:
ResponderEliminarYa sabes que para ver un video me tiro horas para descargarlo,pero me parece muy interesante,asi que lo descargare para verlo.
Por otra parte tienes toda la razon en lo que dices,actuamos y hacemos aquello que nos han inculcado desde pequeñitos,sin pararnos a pensar si eso es lo que creemos y queremos nosotros mismos.
Un fuerte abrazo y un beso muy fuerte.
Lauri.
Este ya lo había visto hace tiempo. Y curiosamente fue accediendo desde aquí, Microcuentos. Es agradable volverlo a ver. Parecen ser el tipo de personas que contagian serenidad y claridad alrededor. Y sí; si lo escuchas desde dentro sientes que hay más de una certeza en este documental. Ellos solo lo explican.
ResponderEliminarHabrá personas que les resulte interesante y que cuando lo vean algo dentro de ellos les haga hacerse muchas preguntas, otras no llegarán a visualizar los cinco primeros minutos, otras lo oirán pero no lo escucharán, otras aprenderán algo nuevo, otras verán a sus protagonistas como unos "locos" pero como dijo Mark Twain: "Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa", lo que no te dejará es indiferente.
ResponderEliminarCocoroko Rock.
Susana Brey.
Creo que lo vi recomendado por Cocoroko.
ResponderEliminarGracias Pedro de nuevo por acercarnos estas historias para reflexionar, que de vez en cuando nos viene muy bien.
Besos desde el aire y enhorabuena por tus exitos.
Lauri: Te aseguro que con este vídeo la espera habrá merecido la pena. Sus protagonistas transmiten tanta seguridad y paz que te hacen relativizar cualquier obstáculo que veas entre tu situación actual y aquella que deseas vivir. Un beso, guapa.
ResponderEliminarMontse: A mi me ocurre lo mismo. Me parece importante lo que mencionas de las certezas. Es como si dentro de ti ya supieras que eso es cierto pero no lo recordaras. Creo que nos debemos dejar guiar por esas certezas internas. La mente puede engañarnos, el corazón nunca. Un abrazo.
Susana: Suscribo todo lo que dices y me quedo con esa cita de Mark Twain que no conocía. Gracias de nuevo por este descubrimiento. Un abrazo.
Rosa: ¿Sólo de vez en cuando? :-P Creo que todos necesitamos empezar a dejar de lado ciertas ocupaciones que nos restan tiempo sin aportarnos beneficio alguno, y dedicar ese tiempo a la reflexión, a conversar, al estudio, a cualquier otra actividad que nos ayude a desvelar las incognitas existenciales que, si escuchamos atentamente, nos acompañan a todos los seres humanos. Besos desde el país de las maravillas.
Interesantísimo todo lo que aquí desarrollas, me siento tan identificada que casi me da miedo, tal vez acercándonos estas reflexiones, tan necesarias, aunque muchos no lo crean, hayas empezado a darle el sentido. Besos.
ResponderEliminarTengo la sensación, Maite, de que mucha gente, pasados treinta y tantos, sentirá lo mismo que tú. Cada uno hemos tratado de encajar del mejor modo en un marco que no era el nuestro, pero llega un momento en el que necesitamos salir de él para seguir creciendo. Por eso, tal como mencionas, son tan necesarias estas reflexiones, porque corremos el peligro de quedarnos estancados en actitudes y limitaciones heredadas. Y eso sí que da miedo. Besos.
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