viernes, 9 de septiembre de 2011

OTRAS HISTORIAS: ¿Jugamos?


            Cada mañana, al levantarnos de la cama, un nuevo día nos está esperando, cargado de nuevas experiencias, oportunidades, descubrimientos, placeres y otra innumerable lista de novedades. El amanecer es como un árbol dispuesto a regalarnos sus frutos maduros. Frutos que, sumidos en la rutina de lo cotidiano, dejamos pudrir en el suelo.

            Hubo un tiempo en el que éramos conscientes de esta inagotable fuente de ilusión y nos levantábamos de la cama de un salto para empezar a degustar con avidez las delicias que el día nos deparaba. Sabíamos exprimir el potencial de disfrute que se hallaba envuelto, como un caramelo, en cada instante de nuestra vida. Entonces éramos niños, y claro, no sabíamos nada, todo era un juego para nosotros, pero un día, a la fuerza ahorcan, tuvimos que madurar.

            En algunas culturas, el paso de la infancia a la madurez, marcado por ceremonias y rituales, implica pagar un precio, que en algunos casos supone, a esos niños-hombre y a esas niñas-mujer, pasar por experiencias traumáticas en su tránsito hacia la comunidad adulta. En nuestra cultura, aunque tenemos más suerte, también pagamos un precio para ser considerados adultos. Dejamos de contemplar la vida como un juego, y empezamos a verla con la seriedad que se espera de una persona de provecho.

            Los adultos que deciden no seguir pagando el precio y quitarle gravedad a la vida, no siempre son comprendidos por el resto de sacrificados ciudadanos que aceptan con resignación que el disfrute y la responsabilidad son como el agua y el aceite, no se pueden mezclar. Para disfrutar ya están los fines de semana, las vacaciones y la jubilación. En esos acotados periodos de tiempo se nos permite bajar la guardia sin ser considerados bichos raros. No es de extrañar entonces la cantidad de gente que de forma cansina nos repite cada día aquello de “ya falta menos”, haciendo referencia al próximo fin de semana, como si hasta entonces la vida careciera de sentido. Estoy convencido de que, tristemente, para muchos así es.

            El nuevo día que contemplamos cada mañana, al levantarnos de la cama, no ha dejado de estar cargado de oportunidades, listas para que las aprovechemos. Lo que ha ocurrido es que ya no las vemos porque, de forma automática, hemos fijado nuestra mirada en todas esas cosas serias e importantes a las que se supone que tenemos que prestar atención como adultos que somos. La rutina fagocita nuestros verdaderos sueños mientras nos dejamos engañar con sucedáneos demasiado caros, o demasiado breves, o demasiado distantes en el tiempo. Vivir la vida como un juego nos permite disfrutar aquí y ahora de las experiencias que se nos presentan, recuperar la expectante ilusión infantil por todo lo bueno que está por llegar, y descubrir de nuevo las infinitas cosas impresionantes que acontecen en nuestras vidas cada día.

            Hoy os dejo con Neil Pasricha, un joven bloguero que cada día recibe más de 40.000 visitas en su bitácora y que ha ganado el premio Webby (el Oscar de internet) al mejor blog del mundo. Cuando su vida se desmoronaba dramáticamente, tomó la decisión de seguir adelante con una actitud positiva,  centrando su atención en todas las cosas maravillosas que le acontecían y manteniendo siempre su autenticidad. Como resultado de su empeño creó el blog “1000 Awesome Things” (1000 Cosas Impresionantes) donde cada día publica uno de esos placeres cotidianos que la vida nos regala, como cantar en el coche a la vuelta de un concierto, que el ascensor abra sus puertas cuando te dispones a pulsar el botón, o el frescor del otro lado de la almohada.

¿Cuál es la pequeña cosa impresionante de la que has disfrutado últimamente?

Feliz fin de semana.


9 comentarios:

  1. Esta es fácil.
    De escribir, leerlo al terminar y comprobar que me gusta lo que he escrito. Y eso ocurrió justo ayer.Así que ahora voy a intentar revivir la sensación volviendo a leerlo. Magnífica entrada, todas lo son pero esta es justo la que necesitaba en este momento. Un abrazo.

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  2. Esta va para el cajón de favoritos, cada x tiempo, a releer esta entrada. Gracias.

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  3. Muy bueno y muy cierto,yo vada día disfruto de mis hijos,ellos te enseñan a vivir la vida de otra manera,te contagian su despreocupación y su alegria,cada día aprendes una cosa nueva,y aprendes a disfrutarlas junto a ellos.
    Un fuerte beso y un abrazo.
    La vida es para disfrutarla día a día.

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  4. Muy buen post, Pedro. A veces se nos olvida vivir y disfrutar de todas la cosas, pequeñas o grandes, que están a nuestro alrededor. A tu pregunta te contesto que esta mañana me he sentido especialmente feliz al despertar y ver la luz del sol ¿no es un milagro?

    Besitos.

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  5. He leído tu post, yo llevo un mes terrorífico, y por más que intento buscar los placeres de los pequeños detalles no los encuentro. El olor a una tarta recién hecha de chocolate, o el olor a café, me encanta abrir el tarro de café y olerlo.

    Las resposabilidades me agobian y me presionan, ojalá pudiera volver a ser como cuando era pequeña. Me inventaba siempre algún juego con mis primos, o montábamos un teatrillo en el salón de la casa de mi abuelo, donde representábamos alguna historia inventada por nosotros mismos. Cuando terminaba la función mi abuelo siempre nos aplaudía y nos hacía sentir como si fuéramos grandes actores de la escena. ¡Qué tiempos!

    Ahora intento buscar dentro de mí, dónde se han quedado esos sueños inventados aquellas tardes de verano. Todo ha cambiado.

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  6. Suscribo totalmente el contenido de este post. Nos pasamos la vida buscando la felicidad en grandes acontecimientos y proyectos y no nos damos cuenta que está en los pequeños detalles que nos rodean y que habitualmente nos pasan desapercibidos.

    Abrazos,

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  7. Disfruto a diario percibiendo a mis hijos felices. Para mí es todo, lo más.

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  8. Gracias por hacer testimonio de lo que realmente importa.

    Con cariño, un abrazo.

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