Con este
amargor tan extraño que me corroe, llevo luchando desde que te vi en la
estación. Al gritar tu nombre me ignoraste para subir al vagón apresuradamente.
Me pareció que tenías miedo y sobre mi colchón de cartones sufrí un aguacero de dolorosos recuerdos, algunos de los cuales
continúan tatuados bajo tu ropa. Ahogando mi culpabilidad en tragos de vino,
capté el instante fugaz en el que me miraste al pasar, a través de la
ventanilla. La calle había blindado mi corazón contra tu odio y tu desprecio,
pero la mirada vítrea que se llevó aquel tren era distinta. Tu lástima me está
envenenando.
...Como la bilis. Eso es casi morir de amor.
ResponderEliminarToda una relación en pocas palabras con frases muy acertadas. Gran micro.
ResponderEliminarUn abrazo, Pedro
Dura historia, pero real como la vida misma. Cuanto daño hacen determinadas miradas que consciente o inconscientemente dirigimos algunas veces.
ResponderEliminarSaludos
Extraordinario Pedro!!!
ResponderEliminarImpecable y exquisito micro, de los que duelen y porque duelen uno quisiera olvidarlos, pero no.
Espero que en el concurso tengas toda la suerte que te merecés
Sergio: La bilis es una imagen fiel de lo que trato de transmitir en este microcuento.
ResponderEliminarTorcuato: Me consuela saber que te he podido transmitir el peso de la relación, porque tenía mis dudas. A veces cien palabras no son suficientes. A veces son demasiadas, depende de la historia y de la de la destreza de quien la escribe. Gracias, Torcuato.
Miguel: Hay palabras que no duelen tanto, ¿verdad? Yo creo que si nos mirásemos más a los ojos, sobrarían muchísimas explicaciones.
Patricia: Me alegro de que te hayas pasado y de que el micro haya removido algo en tu interior. El dolor es un sentimiento incómodo pero creo que siempre tiene algo que decirnos. El concurso es un hueso duro de roer pero lo intentaré hasta quedarme sin dientes, o sin ideas.
Un abrazo enorme a los cuatro. Es un placer teneros por aquí.
Hola, Pedro:
ResponderEliminarUna nota nada más para comunicarte que enlacé tu blog desde el mío. Con tu permiso, pasaré por aquí a leer.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
Eres bienvenido a este rincón donde los microcuentos agradecen ser leídos. Vuelve siempre que lo desees. Un abrazo, Pablo.
ResponderEliminarTan bonito como duro.
ResponderEliminarUna de las características que veo en tus micros es tu habilidad para; a través de la narrativa crear una armonía que se rompe un instante y tras el zarandeo, vuelve la armonía acompañando hasta el final, sin quitar un gramo de contundencia.
Me ha venido que podría ser la letra de una canción de Joaquín Sabina.
Gracias y un abrazo.
Un comentario impresionante, Cristina. Tu análisis me deja sin palabras. Me encanta. Y lo de Sabina... no lo había pensado pero tienes razón. Es un verdadero gustazo contar con tu compañía en cada nueva entrada. Gracias a ti y un abrazo inmenso.
ResponderEliminarCon un buen acopio de matices, al leerte puedo oler, ver, sentir el tormento punzante de este ser desahuciado atragantado de lástima.
ResponderEliminarGracias Pedro, con tus relatos me complazco en un nuevo deleite.
Los matices están, por supuesto, y que seas capaz de apreciarlos tiene que ver con tu capacidad para bucear en los textos. Agradezco esa lectura profunda con la que disfrutas y con la que das valor a mi esfuerzo.
ResponderEliminarUn abrazo, Esther.