Totalmente abandonado
por sus progenitores y las instituciones, creció con un profundo sentimiento de
indignidad. Envidiaba a los demás, afortunadas flores regadas con el rocío del amor
materno. Él era tierra yerma donde clavó una flor de papel, autosuficiente y sin
fragancia. El miedo a ser descubierto con su ridículo disfraz le llevó a evitar
todo contacto durante años. Hasta que llegó ella, con su mirada tierna y
respetuosa, para perfumar su soledad. El amor agrietó el dique de tantas lágrimas
contenidas, regando con emociones nuevas su desierto. Así, las semillas que guardaban
intacta su verdadera esencia, comenzaron a germinar.
Ayyy... el amore, el amore!!
ResponderEliminarBesitos
El amor nos devuelve a nuestro centro, a nosotros mismos. Es entonces cunado, por fin, germinamos.
ResponderEliminarUn beso Pedro.
Hola Pedro
ResponderEliminarCon este escrito demuestras que eres una persona con una sensibilidad fuera de lo corriente.
Es un autentico placer saber que existen personas que escriben cosas tan bonitas y tan profundas como tu las escibes
Gus
Siento esperanza al observar este incipiente jardín que tan delicadamente has trabajado.
ResponderEliminarUn abrazo enorme, Pedro.
Su: ¿Qué sería de nosotros sin él, verdad? Besos.
ResponderEliminarPatricia: Es el agua que hace fértil nuestra vida. Un beso.
Gus: Creo que toda expresión artística requiere de cierta sensibilidad. Gracias por pasarte y dejar tu comentario. Un abrazo.
Esther: ¿Tú también la sientes? Estoy poniendo toda mi pasión y empeño en lograr un jardín fresco y multicolor de agradable fragancia. Un beso.
QUE SUERTE PODER HABER ENCONTRADO ESE PERFUME Y REGAR ESE PRECIADO JARDIN,PUES ESA FLOR DE PAPEL SE HA CONVERTIDO YA EN NATURAL Y VERDADERA.
ResponderEliminarMUXUS ANA AMA DE NAGORE
Me gusta mucho esa esperanza que, a través de tu texto, pones en los jardínes yermos, hay que confiar en que existe esa persona que hará de nuestra flor de papel una flor con savia y aroma de primavera. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarEl Amor, esencia esencial para vivir.
ResponderEliminarBello micro que deja aroma de confianza y posibilidad para todas aquellas flores de papel clavadas en tierra yerma.
Yo te dejo por aquí unas semillas de amistad y un par de esencias de animo para seguir escribiendo. ¡Ah! y un abrazo.
Con la de veces que se habrá escrito de la flores y el amor, este cuento con su flor de papel me ha encantado. Felicidades.
ResponderEliminarSaludillos
Ana: Toda una suerte, desde luego, para todo aquel que, como yo, lo haya experimentado. Gracias por pasarte.
ResponderEliminarMaite: Ojala todos contásemos en nuestra vida con al menos una persona que nos quisiera solamente por estar aquí, por haber venido a compartir la condición humana. Ya no habría más desiertos sino, eventualmente, sequías pasajeras.
Cristina: Recojo tus semillas de amistad y me dejo impregnar del aroma de las esencias de ánimo. Cosecharé en el vacío fértil nuevos frutos microrrelatados.
Puck: Y que jamás se deje de escribir sobre ello, nunca está de más el amor y las flores, aunque sean de papel.
Gracias por vuestros comentarios, que tanto me animan, y muchos besos.
Esa foto huele a manualidad de guardería. Preciosa. Casi tanto como el texto que la acompaña.
ResponderEliminarA mí también me lo pareció. Creo que ilustra muy bien esa infancia sin el amor materno. Gracias y un abrazo.
ResponderEliminarPrecioso, Pedro. Esperanzador y metafórico.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo también creo que es un camino difícil pero no imposible recuperarse tras la falta de amor materno... el relato es precioso
ResponderEliminarUn abrazo
Torcuato: Tus comentarios siempre son una inyección de ánimo. Gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarAna: Posiblemente sea una de las carencias más duras que puede experimentar un niño pero estoy convencido de que hay salida, de que el amor, venga de donde venga, puede curar la herida. Besos.